Desdichados (y) campeones

La Eurocopa ha tenido este año un atractivo extra: el gran debate que se ha abierto en las redes sociales entre los ciegos por el fútbol, los indignados contra la gente que está ciega por el fútbol, y los que intentaban suavizar los ánimos que, aún habiendo pocos, han aparecido como novedad, casi como obra marketiniana de polacos y ucranianos.

Lo primero que hay que decir es que por muy mal que vaya un país, por muy rastrera que sea su masa política, no hay que dejar de alegrarse por los éxitos, deportivos o no, que consigan sus representantes. De hecho, a mí me ha alegrado que selecciones como la italiana, la portuguesa, la griega o la española, hayan tenido un papel importante y exitoso en el recientemente concluido torneo. Faltaban los irlandeses, pero ellos siempre tendrán el premio a la deportividad, cosa que deberían aprender muchos, viajen o no a los paises organizadores.
Habitantes de países en donde los recortes o la inmoralidad empresarial están a la orden del día necesitaban como el comer (y nunca mejor dicho) una buena alegría conjunta. Refrescar los pensamientos nunca ha sido malo para nadie.

Pero la actitud con la que los españoles siempre afrontan este tipo de eventos deportivos es criticable, cuando no avergonzante. Meterme sobre Rajoy y su presencia en el primer partido el mismo día que España era rescatada sería aburriros, más que otra cosa porque él mismo se dilapidó (aún más). Lo que cuesta entender es cómo 11.000 habitantes de un país con 25% de paro paguen la friolera cifra de 800-1000 euros por un sólo día; cómo es tan difícil reunir a la gente para luchar por sus derechos, sus sueldos, su poder adquisitivo, y con cuatro elementos pegando patadas, millones abarroten las principales ciudades. Eso, eso sí que es lamentable.

Por eso estamos como estamos y se nos ríen como se nos ríen.

Y cuando acaba, por mucho que digan «dejadme disfrutar el momento», nada cambia. Los que disfrutaban siguen pasando de que llevan 1 año en el paro, y sólo esperan que Iniesta no se lesione. Aaaah… Iniesta, qué majico el chaval, ¿verdad? Pues el «pobrecico» niño, tan salao él, no es capaz de tener un gesto con la población que tan enganchada lo tiene, y aún cuando parecía que lo iba a tener, él lo desmiente y vamos, que deja entrever que no piensa donar el dinero que ha ganado en la Eurocopa (ojalá me equivoque). Mucho se critica a los italianos, pero al menos ellos desde el principio planeaban donar todo lo ganado.

Por cierto, esto de criticar también es muy nuestro (sobre todo muy mío). ¿Quién no ha estado viendo un partido en un bar y cada minuto, aproximadamente, alguien está insultando la nacionalidad de ése, el estereotipo del otro, que si los italianos son esto, los portugueses lo otro, y de los franceses ya ni te cuento?
Pobrecicos los gabachos, si ya son odiados de por sí aquí, una gracieta de un programa de humor abrió esa vena patriótica que sale en España cuando se toca a Casillas y ahora ya, hagan lo que hagan, están condenados. Un ejemplo, en muchos de sus periódicos sus alabanzas y palabras de halagos no cabían en los titulares franceses, pero siempre es mejor quedarnos con una frasecita de un único periódico (gratuito, ejem) para darle a la masa futbopatriótica española lo que quiere: morbo y antigabachismo.

Que sí, que yo también me alegro de que España haya ganado (aunque si hubiera ganado Irlanda…jejeje) y que sí, es cierto que la masa indignada se ha cebado con el fútbol en exceso a través de las redes sociales durante este último mes, ¿pero acaso no es normal que se haga?

La sociedad española tiene mucho que aprender en cuanto a autocrítica.

~ por inzivilizado en julio 3, 2012.

Deja un comentario